¿Hasta donde defender tu postura frente a tu jefe?

Evidentemente me refiero a esos casos donde no es un líder a quien debes seguir, sino un jefe, con todas sus virtudes y defectos, y se te presenta el caso, que tu propuesta es mejor que la de tu jefe, pero debes seguir la de él por narices, es el jefe está implícito por ese motivo que sabe más que tú, pero…

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Si realmente no es así, si tu postura tiene mayor coherencia con los objetivos que se desean alcanzar, con la misión de la empresa o con los valores se supone se deben proclamar, ¿hasta dónde defendemos? ¿En qué momento lo correcto es desistir? Pero ¿lograrás vivir profesionalmente en ese trabajo con esa decisión?

Es muy complejo, porque muchas veces te ves obligado a desistir, a dejar pasar para evitar polémicas, lo complicado viene cuando el responsable de los resultados que se deben obtener eres tú. Personalmente, después de muchos disgustos y momentos de incomodidad e inconformidad conmigo mismo, he aprendido a escoger bien las batallas que debo librar, hasta donde hacerlo pero sobre todo establecer los límites de mi responsabilidad con respecto a los resultados deseados y obtenidos.

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No es algo fácil, veo a compañeros de trabajo que les cuesta decir un no, mantenerse firme y no ceder a la presión por miedo a represalias, quizás mi visión viene por una posible madurez laboral, por haber estado en ambos lados de la mesa, defendiendo mis ideas ante jefes y ante un equipo de trabajo, aprendiendo a ceder cuando no se tiene razón, demostrando liderazgo ante un equipo que espera que seas quien guíe sus pasos o simplemente entendiendo que los buenos resultados no son exclusivos de los obtenidos de las ideas del dueño o jefe máximo.

Pero es cierto, que muchas veces, a pesar de las batallas libradas, de las horas de vuelo que tienes a tus espaldas, te encuentras con una situación que te descoloca, sabes que tienes la razón pero no eres la máxima autoridad, entonces lo que he optado en esta situación depende exclusivamente de mi necesidad de mantener el puesto.

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Si tengo libertad, asumo los riesgos sabiendo que pase lo que pase, seguiré fiel a mis convicciones, pero si la cosa está ajustada económicamente o no es el mejor momento de volver al mercado… trago fuerte, defiendo hasta donde me sienta satisfecho y suelto, es hora de ser empleado listo que desempleado con razón… Aunque es muy triste ver cómo los egos de jefecillos pueden acabar con una empresa.

¿Has estado en esa situación?