Existe una creencia popular, un mito, un know how callejero que dice en forma de postulado máximo que la innovación, los adelantos, las mejoras, en otras palabras, el actualizarnos es solo válido para las empresas que producen, distribuyen y/o venden productos, no para el sector de los servicios. ¿Será cierta tal premisa?
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Nos encontramos en 2020, tenemos una pandemia que está aterrorizando al mundo entero y que traerá muchísimas consecuencias nefastas a su paso. Una de ellas será la satisfacción o desprecio por el teletrabajo en España.
El 2020 ha generado una situación impensable hace apenas unos meses, un virus ha desatado una pandemia mundial que ha ido avanzando por el mundo sin posibilidad alguna de ser detenida hasta la fecha. Marzo ha sido el mes del desate, un mes donde se han paralizado economías, confinado ciudades enteras, contado muertes diarias por cientos pero que no parece ser el mes del declive.
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Evidentemente me refiero a esos casos donde no es un líder a quien debes seguir, sino un jefe, con todas sus virtudes y defectos, y se te presenta el caso, que tu propuesta es mejor que la de tu jefe, pero debes seguir la de él por narices, es el jefe está implícito por ese motivo que sabe más que tú, pero…
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En la crisis económica española reciente, con un altísimo porcentaje de desempleo, era muy común que al buscar empleo no discriminásemos a la hora de postularnos a posiciones que estuviesen por debajo de nuestras cualificaciones, habilidades o experiencias previas, al final del día, lo importante era ingresar dinero para poder seguir viviendo.
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Desde hace unos años, comenzó emergiendo una tendencia o filosofía que centra todos los esfuerzos en la premisa de que en el trabajo hay que ser feliz, una corriente de ideas y postulados que giran alrededor de actividades, comportamientos, acciones y decisiones desde las altas esferas y que bajan a todos los niveles del organigrama, donde lo primordial es ser feliz. ¿Realmente se puede o debe ser feliz en el trabajo?
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Hace unos días, respondía un correo que me llego a mí trabajo, de una consultoría de franquicias que quería conocernos y saber si existía posibilidad de colaboración. Converse por teléfono con quien me escribió, y después de unos minutos de conversación accedí a reunirnos en una semana, me parecía una forma interesante de volver al mundo de las franquicias.
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Hace unos días comiendo con un viejo amigo, comenzamos a conversar de todo un poco, después de pasar por los temas habituales: la familia, fútbol y por su puesto política, terminamos conversando sobre nuestros trabajos, hablábamos de todo un poco, jefes, compañeros, ambiente, funciones y tantas cosas que no me esperaba la pregunta que él tenía rondando en su cabeza, ¿cuántos llamados de atención a un empleado son tolerables antes de tomar una medida más drástica?
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Hace ya unas semanas fueron las elecciones regionales en Venezuela, se pronosticaban muchos resultados, se pedía una votación masiva para darle, según los voceros, un golpe mortal al gobierno de Maduro, ¿cuántos intentos llevamos con golpes mortales?. Hubo como siempre en la oposición venezolana, dos tendencias, la que abiertamente veía la vía electoral como la salida, y quienes tienen años proclamando que la vía es otra, no la de contarnos con el árbitro y reglas de juego sesgadas. Debo decir que soy desde hace más de 10 años del segundo grupo, pero SIEMPRE he dicho que hay que votar, aun sabiendo los resultados, hay que al menos obligarles a robar las elecciones, pero no apostar sólo al conteo. ¿Hubo fraude?
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La evolución es algo constante e inherente a nuestra actualidad, gran responsabilidad de esto lo tienen las tecnologías, la globalización y la facilidad de conexión a nivel mundial, casi todas las áreas productivas de una empresa han tenido que cambiar para adaptarse a la nueva realidad social, por ejemplo, la de un consumidor exigente, conocedor de lo que desea y menos motivado por el precio y si más por la calidad a recibir por ese precio y por la experiencia diferenciadora que obtiene.
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Canario del Mundo 